Por Diego Nofal
Cuenta Plutarco que Tigrantes mandaba a matar a cualquiera que osare a traerle noticias del avance de tropas enemigas. Solos quienes halagaban al rey armenio eran escuchados. Mientras el país se sumía en la guerra y el caos, el soberano sólo miraba la cabeza de los mensajeros colgando de la puerta del palacio.
Ese ejemplo fue replicado en el país por Juan Domingo Perón cuando mandó a cerrar el diario La Prensa; por Juan Carlos Onganía y sus embates contra radio El Mundo, al punto de controlar su rotativo de noticias; también lo imitaron Jorge Rafael Videla y la mentada “campaña antiargentina” en el año 1978 replicada luego por Leopoldo Fortunato Galtieri. En fin, cada militar fascista de la Argentina intentó matar al mensajero, lamentablemente muchos de ellos lo hicieron literalmente.
Pero nadie que se precie de democrático atacó tanto a los medios de comunicación como los integrantes del actual gobierno nacional. Durante la gestión de Néstor Kirchner, los medios y la administración nacional mantuvieron una paz absoluta. De hecho Estela de Carlotto estuvo en los premios Clarín Espectáculos 2006 acompañada por Juan Cabandié. Néstor permitió la ilegal fusión de Cablevisión y Multicanal para darle al grupo de la familia Noble una ventaja casi monopólica en el mercado de la TV por cable.
Claro, toda esa secuencia entre Néstor, Estela y Juancito ocurrió mucho antes que llegara el 2008 ahí todos se dieron cuenta que Clarín, un íntimo amigo del gobierno, era el enemigo. Tal como hicieron Onganía y Perón el kirchnerismo-Tigrantismo intentó copar la fábrica de Papel Prensa inventando para eso el slogan “la venta de Papel Prensa se negoció en una mesa de tortura”. Tarde se dieron cuenta que en parte de esta negociación había estado involucrado el padre del excanciller Héctor Timerman. La cosa terminó peor, porque mientras le inventaban un pasado golpista a Clarín, se toparon con que el fallecido canciller tenía un pasado de apoyo a la Junta Militar que era muy real.
Desde ahí cayeron aún más bajo, dijeron que los hijos de Ernestina Herrera y Roberto Noble habían sido apropiados en la dictadura. Inclusive llegaron a allanar la casa de los dos herederos del imperio mediático para tomar muestras de ADN. Pero el error más imperdonable fue haber desaprovechado una oportunidad histórica para sancionar una ley de medios más justa. Se embarcaron en una norma que ataque a Clarín y no en una que favorezca los medios independientes.
Desde entonces el kirchnerismo se enfrasca en aseverar que el problema del país es el mensajero. Mientras el caos, la pobreza, la inseguridad, la inflación y la cifra de muertos aumenta, el Tigrantismo nacional se empeña en atacar a quienes llevan las noticias y en construir relatos épicos de sus pocos, poquísimos, logros. Su retahíla de frasecillas optimistas tales como “estamos vacunando”, es el “Estamos ganando” de 1982.
Mientras tanto, las hordas fascistas alimentadas desde el Estado, les desean la muerte a periodistas en decadencia como Jorge Lanata o a figuras nacientes como Nicolás Wiñazki y llevan a sus hijos a escupir fotos de periodistas a plazas públicas. Un papelón tras otro que no logra tapar la realidad: en el país el 70% de los niños tiene hambre, los muertos por COVID superaron los 81 mil, la inflación hará que al final de año más de la mitad del país sea pobre. La cabeza del mensajero colgando de la puerta del palacio no logrará tapar las llamas de una Argentina que se prende fuego. Feliz día periodistas, esta persecución está pronta a terminar.