miguel giubergia

Por definición, sabemos que la escalada es una práctica deportiva que, en su modalidad clásica, consiste en subir o recorrer paredes de roca, laderas escarpadas u otros relieves naturales caracterizados por su verticalidad, empleando medios de aseguramiento recuperables en casi su totalidad y la posibilidad en su progresión de utilizar medios artificiales. Pero para Miguel Giubergia es más que eso. Es emoción, adrenalina, tranquilidad y un sinfín de sensaciones que sólo se sienten a través de una aventura como esta.

Miguel hace muchos años que practica este deporte. Su pasión por escalar lo llevó hasta Bolivia, Perú, Chile. En nuestro país estuvo en Mendoza, San Juan, en la Patagonia y por supuesto, en Jujuy. Escaló dos veces el Aconcagua, un hecho realmente para destacar. En su provincia, también hizo cumbre en el conocido Cerro Chañi, dos veces.

“Esta es una actividad que no te permite salir solo, aunque yo lo he hecho, pero en montañas más pequeñas. Es mejor si se hace en grupo, además es más divertido”, cuenta Miguel Giubergia, pero para que escalar sea divertido, primero se debe cumplir con una serie de medidas de seguridad para evitar malos ratos.

La planificación para escalar requiere toda una logística previa, desde la altura de la montaña hasta la fuerza del viento. “La altura de la montaña es fundamental” remarca Miguel y explica que para llevar a cabo una actividad como ésta es muy importante tener en cuenta las medidas de seguridad y él en escalar, es palabra autorizada.

“Subir al Aconcagua te obliga a parar y descansar, no es un viaje que puedas hacerlo en un día. A partir de los dos mil metros la parada es casi obligatoria”, indicó Miguel. “Una vez que estás arriba la sensación de satisfacción es muy grande, es una gratificación muy grande el haber superado ese esfuerzo. La cabeza juega un rol fundamental cuando un está escalando”, sostuvo.

El Cerro Chañi es figurita repetida para él. Es la segunda vez que hace cumbre y en esta nueva aventura estuvo acompañado de “Seba Aldana, encargado de dirigirel ascenso de montaña y es guía AAGM y como asistente estuvo Alfredo Siufi. Acompañaron también Tomas Toffolo, Francisco Castaño y Ricardo Pierasoli, aunque Ricardo no logró completar el ascenso llegando a los 5500 metros sobre el nivel del mar. A bajar lo acompañó Alfredo”, relató Miguel Giubergia.

Otro punto para destacar de esta aventura fue que “el ascenso fue rápido 4 días y medio un montón para hacer esa altura en tan poco tiempo. El Chañi tiene 5986 metros sobre el nivel del mar”, reveló Miguel y contó que al momento de hacer cumbre la temperatura era de -17 grados “un poco frío” expresó, con gracia.