Titina Gaspar

Es casi imposible escribir sobre Titina Gaspar, es como escribir sobre una era, no sería justo dejar fuera ni una sola de sus anécdotas. Se llamaba Carmen Vega de Gaspar, estaba casada con Don Horacio, tenía tres hijas únicas e irrepetibles, cada una de ellas forrada con alguna característica materna sobresaliente: Anahí, trabaja con lana y tejidos del lugar, tiene un carácter estridente y divertido; Malka, tiene la mano de su madre para las plantas, heredó además a su templanza y sabiduría; por último Amancay, cocinera y elocuente, la que heredó los sabores y las historias. Al partir dejó, además, tres nietas y un nieto.

Hablar de Doña Titina es hablar de su legado. Fundó grupos de teatro en su pueblo, cobijó a músicos, pintores y poetas en su hogar. Tanto así, que el célebre “Coya” Mercado eligió su casa para pasar su últimos días. Titina fue actriz de teatro y cine. Además el celebérrimo cineasta jujeño, Miguel Ángel Pereyra, no tuvo empacho en decir que había sido una “suerte de productora asociada”, en sus películas.

Esta nota quiere ser más que un simple homenaje, trae la voz de sus hijas, que reproducen las enseñanzas de una de las grandes mujeres que parió Jujuy y sobre todo la Quebrada de Humahuaca. También las anécdotas de Miguel, quien recorrió junto a ella el norte jujeño, filmando paisajes y llevándole al mundo la belleza de nuestra tierra, nuestro acento y de nuestros rasgos.       

Titina Gaspar era esto, era Tilcara”, resume una de sus hijas. No se equivoca, Titina enseñó a sus hijas y a su pueblo a amar su tierra, su comida, sus costumbres, su color de piel, sus rostros. Peleó contra la aculturación criollo y la venció en varios frentes, algo que muy pocos han logrado, “era toda una guerrera”.