CERROS

Jujuy fue privilegiada en la hora de los repartos de la naturaleza. El Cerro de los Siete Colores descansa en la bella Purmamarca, es un emblema hermoso de todo el norte argentino y una verdadera obra de arte capaz de atrapar al turista que ha recorrido el mundo entero y ha visto toda la belleza del planeta. Su gran combinación de colores se fusionan causando una gran fascinación que se percibe a kilómetros. Pero ¿Por qué tiene siete colores?

Según cuentan los lugareños, fue obra de la Pachamama en complicidad con Mama Quilla (la luna) que decidió darle vida a los cerros, para diferenciarlos de otros. Según se sabe, los habitantes del pueblo estaban tristes porque su paisaje no transmitía alegría, pues era igual al resto de los paisajes. Tenían todo para vivir cómodamente, pero necesitaban algo que los motivara a no dejar la tierra y así fue que intervino la “Pacha”.

Se dice que llamó a los duendes que habitan en las montañas y les encomendó una misión súper importante, en sus manos estaba la alegría de todo un pueblo. Luego de que la Pachamama armara la paleta de colores que hoy visten a los cerros, los duendes se pusieron a cumplir con el pedido pero había una condición que debían cumplir a rajatabla. Este trabajo debía hacerse sólo por la noche, para que cuando el sol despertara al pueblo, los habitantes pudieran ver un paisaje distinto.

Así fue como la Madre Tierra involucró a Mama Quilla, nombre que se le da a la luna. Ella debía acompañar e iluminar a los duendes durante su trabajo por la noche y así lo hizo mientras los trabajadores cumplían con el pedido. Pronto, la vida en Purmamarca fue otra, los lugareños despertaron con el primer rayo de Inti y su vida cambió para siempre. Cuando el sol descubrió a los cerros, rieron, lloraron, bailaron y agradecieron por tamaño regalo, ahora ya nunca dejarían la tierra que tanto amaron.

Esta fascinante historia lleva años y años pasando de boca en boca y cada vez que algún foráneo la escucha no puede evitar que su piel se erice, que la emoción lo invada y se de vuelta a mirar los Cerros de Siete Colores y sonría. Ese es el efecto que los lugareños están acostumbrados a ver en cada visitante que llega a su tierra y disfruta de un paisaje inigualable. Hay quienes dicen que desde lo más profundo de los cerros, se puede escuchar el canto de los duendes que tararean mientras cumplen el pedido de la Madre Tierra.