Cuando un jujeño diga que la comida va desde la tierra al plato, hay que creerle porque realmente pasa así. El turismo gastronómico que ofrece la provincia es un deleite de sabores regionales, tradicionales con una enorme cantidad de historia que cautiva a más de un turista. Los productos son tan deliciosos que hasta los restaurantes gourmet decidieron incluirlos en sus cartas.
Los ingredientes que se utilizan para crear los más ricos platos de comida traen consigo una historia ancestral y que los turistas disfrutan mucho de escuchar mientras prueban un bocado del manjar jujeño. Para que estos productos se conserven de manera correcta, el clima juega un papel determinante en la agricultura
Por ejemplo, en la Puna es indispensable llegar y probar la calapurca, que es un cocido con piedras ardientes. También se puede pedir una sopa majada o una cazuela de cordero o de llama. Una de las especialidades son los diferentes picantes, de pollo, de lengua, de mondongo. También es una opción muy solicitada la gran diversidad de papas, que se cultivan sin ningún tipo de pesticidas ni conservantes.
Jujuy también te da la posibilidad de probar las especialidades de los Valles, como por ejemplo, el soufflé de pejerrey, uno de los platos más pedidos en esa zona. Otra de las opciones que se pueden probar en el lugar son los quesillos con cayote, los escabeches y el helado que se fusiona con los productos nativos.
Pasan los años y Jujuy sigue manteniendo la impronta y el liderazgo en la comida del Norte argentino. Es la provincia elegida por los turistas por muchas razones, una de ellas es la comida, los sabores que se mezclan con un antepasado que sigue siendo el tema principal de los visitantes con los lugareños. Las historias se cuentan a través de un plato de comida.